martes, 12 de noviembre de 2013

DELICIOSOS BOCADILLOS
Érase una vez una familia muy pobre que vivía en un pequeño pueblo en la montaña. Los nueve hermanos vivían como niños felices en una casa cerca de la muralla del gran castillo que presidía su pueblo. Allí pasaban largas horas del día jugando e imaginando que eran caballeros y que pronto vendrían tiempos mejores en los que todos tuvieran abundancia y comida que llevarse a la boca.  La madre alimentaba a sus hijos como buenamente podía, a veces sólo conseguía darles un trozo de pan, pero los niños tenían mucha imaginación, y le decían a su madre:
- Madre, no se preocupe usted, hoy, merendaremos pan con chocolate.
Cogían el trozo de pan y corrían hacia el centro del pueblo. Allí había una fábrica de chocolate. Los niños se sentaban en las ventanas de la fábrica e inspiraban el dulce olor del chocolate. ¡Qué deliciosa merienda!
Jugaban con lo que su imaginación les proporcionaba, cajas de cartón eran sus caballos y palos de madera sus espadas. Así pasaron los años, los niños a veces no tenían tiempo para jugar, porque debían ayudar a sus padres en casa y cuidando unos de otros, pero los años fueron pasando y casi no fueron conscientes de que se iban metiendo en un mundo de mayores  con grandes responsabilidades. Los niños aprendieron así a esforzarse y a luchar para conseguir todo aquello que deseaban. Aprendieron a ser fuertes y así fueron felices, porque en la humildad de su familia aprendieron lo importante de la vida. Aprendieron a valorar el amor de sus padres y hermanos y la suerte que habían tenido al pertenecer a una gran familia en la que pudieron aprender a compartir, amarse y a ayudarse unos a otros.


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